8.22.2011

Lina.

La primer historia que nos suelen contar inicia con un caballero buscando a su princesa, no importa que cuando nos cuentan tal historia estemos en la época que besar una niña nos de asco a pesar de que así nos despidamos de nuestras mamás.

No tiene sentido pero así nos imaginamos, luchando contra monstruos de diferentes clases buscando rescatar a aquella, la que a corta edad ya identificamos como la bonita del curso.
En mi caso, Lina. Vaya que maté dragones buscando defenderla, no importaba que fueran monstruos que a ella no le importara tener detrás. Ella era mi princesa, así se considerara una plebeya.

Un dragón en especial se especializaba en bloquear mi camino a pesar de no cuidarla a ella. Era especializado en fuerza más que en aprovechar las propiedades mágicas que poseía y eso hacía que cierta inseguridad se me apareciera, no tenía ni idea cuándo él me iba a atacar con todo su potencial, sin embargo...

Un puñetazo. Valió la pena? Claro, dolería sólo si es una cachetada de ella, no de su dragón. Nunca atacó con todo su potencial, pero el quedarme esperando que lo hiciera bastó para llamar que sólo con su fuerza pudiera derrotarme.

Lina, ¿dónde quedaste después de que mi mundo dejó de dar vueltas después de aquel puñetazo?

Sólo sé que el dragón sucumbió por inteligencia, pero de mi princesa y de aquel beso que añoraba al final, nunca supe nada.

Tal vez estamos hechos para combatir, más que para recibir ese beso al final.

1 comentario:

honorio dijo...

Me gusta el final: "solo se que estamos hechos para combatir"